Naturaleza maravillosa: las impresionantes fotos del mendocino que "caza" aves y otras especies con su cámara
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“Hace varios años me dedico a la fotografía como hobby profesional. No lucro con ella, sino que más bien es un hobby. Y lo que yo hago es lo que se considera como Birdwatching (avistaje de aves), aunque también me considero un fotógrafo naturalista, ya que he fotografiado a mamíferos también”, describe el hombre, quien vive en Godoy Cruz, al referirse a su gran pasión.
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A excepción de Venezuela, Carlos ha viajado –siempre con la fotografía como pasión y cámara en mano- por toda América del Sur. Ecuador, Costa Rica (donde observó al impactante quetzal) y varias excursiones al Amazonas han sido algunas de sus aventuras, de esas que quedan registradas en sus fotos.
¡Si hasta en una oportunidad se perdió en medio del Amazonas peruano mientras seguía a un ave que saltaba de rama en rama por la altura de los árboles!
Los grandes trofeos del “cazador fotográfico”Aunque su principal objetivo son las aves (especies que lo desvelan y captan toda su atención, de allí su hobby como “birdwatcher” –o avistador de aves-), Carlos Schmidt también ha tenido la posibilidad de fotografiar a otros mamíferos muy importantes.
Al ya mencionado jaguar –una de las especies más amenazadas en su ecosistema y difícil de registrar-, se suman también algunos tapires.
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“Más allá de su poca presencia, el jaguar puede ser relativamente fácil de ver si uno va al pantanal de Mato Grosso y está dispuesto a aguantarse los mosquitos y la humedad”, cuenta, entre risas, Schmidt. “Porque el jaguar se alimenta del yacaré y del carpincho, y por allí los encuentra”, sigue.
Y recapitula el instante ya detallado y en que pudo fotografiar a un jaguar acechando entre la vegetación, previo a la caza frustrada del yacaré. Porque el yacaré escapó inmiscuyéndose por las plantas acuáticas del lugar, y sólo quedó un remolino de agua y barro en el lugar.
Pero Schmidt, que había llegado a ese extremo en búsqueda de la foto de un jaguar y de un Guacamayo Jacinto, regresó sonriente y “a los saltitos”, como él mismo describe. Porque consiguió las dos fotos.
Las vacaciones de Carlos siempre han sido de aventuras y de adentrarse en parques nacionales para “cazar” aves con su cámara. Para tirarse a descansar y tomar sol en la playa, ya habrá tiempo.
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Entre 1993 y 1994, en un viaje a Costa Rica, Schmidt avistó y fotografió a un ejemplar del asombroso Quetzal. Y en ese mismo país, hace unos meses, experimentó la inmensa felicidad de fotografiar a un Azulillo Siete Colores, un pájaro migratorio que había ido a buscar especialmente en ese viaje.
“También he tenido la posibilidad de viajar a Europa. He viajado a España especialmente para hacer fotos de la famosa migración de aves de Europa a África. Es un fenómeno que se suele ver en el punto más al sur de España, donde está el peñón de Gibraltar. Y ahí podés ver a águilas, gavilanes y otras especies mientras hacen la migración. Pude tomar muchas fotos allí”, describe el ingeniero y apasionado por la fotografía.
Una vida de fotos y aventurasDurante años, a Carlos no le molestó en lo más mínimo caminar 20 o 30 kilómetros selva adentro, cargando pesadas cámaras y trípodes. En la actualidad, con los años haciendo de las suyas, ha tenido que reducir un poco estas expediciones. Pero, cámara en mano, siempre va a disfrutar como pocas cosas el salir de “safari fotográfico”, y –sobre todo- si hay que dejarse llevar por la naturaleza.
“Hay bichos que son muy difíciles de ver, pero que no tienen ningún atractivo en cuanto a su plumaje o colores. Pero ello no le quita la emoción”, describe. Y agrega que hace unos días, junto a su amigo y también “birdwatcher” Martín Pérez, viajaron hasta el Paso Vergara (límite entre Argentina y Chile por el Sur de Mendoza) para fotografiar al Yal Andino. ¡Y lo consiguieron!
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A la adrenalina intrínseca de adentrarse en la selva, se le suma –además- el valor agregado de que muchos ejemplares de aves disfrutan de ese ambiente inhóspito. De hecho, en algunos ecosistemas de Ecuador y Colombia, caracterizados por ser “selva adentro”, cohabitan entre 30 y 40 tipos de colibríes que tienen que ser idos a buscar por los fotógrafos y se mantienen alejados de los comederos (estructuras que se instalan para atraer a algunas aves).
“Es como coleccionar figuritas, tenés a las fáciles, las difíciles y las imposibles. Hay pájaros, por ejemplo, que han sido fotografiados 2 veces en la vida y se los da como extintos. Hasta que alguien los vuelve a ver”, explica el fotógrafo.
Y aclara que la “figurita más difícil” de su colección, aquella que considera la más buscada, es la última que consigue y, al mismo tiempo, el ave que aún no encuentra.
Perdido en el AmazonasEn toda su vida como fotógrafo naturista y birdwatcher, Carlos Schmidt tiene una colección propia de anécdotas y momentos inolvidables. Pero, sin dudas, entre las que jamás olvidará se destaca aquella que lo tuvo casi dos horas perdido en el Amazonas peruano.
“Gracias a Dios di con un guía que me encontró. El tema es que te obsesionás tanto siguiendo a un pájaro, y ves que va saltando de árbol en árbol, por lo que lo vas siguiendo mirando siempre hacia arriba. Claro que el salta al oeste, después al este, después al sur. Y cuando bajás la vista, no sabés dónde estás”, recapitula sobre aquellos casi 120 minutos extraviado.
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La oscuridad de la selva, que deriva en que se pierda cualquier referencia, también aportó lo suyo a ese momento de calma desesperación. “A veces llueve en el Amazonas y uno ni se entera, porque es tan tupida la vegetación que el agua nunca cae”, ejemplifica.
Otra anécdota, un poco (bastante) más tranquila que recuerda Schmidt fue cuando un chino que vivía en Londres, y a quien Carlos conoció por su pasión de avistaje de aves, viajó especialmente desde la capital inglesa hasta Mendoza para instalarse en la vieja casa del mendocino (en Chacras de Coria) para fotografiar al colibrí cometa.
“Es una especie que allá no se ve, ¡pero que acá está en todos los jardines!”, acota.
Además de subir las fotos a su perfil de Instagram @schmidtcarlos7, sus registros han sido publicados en páginas de divulgación científica (Ecoregistros e e-Bird, entre otros). Además, ha colaborado con guías de aves, compartiendo su experiencia y su pasión.
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Carlos siempre está pensando en su próximo viaje, su próxima aventura, cuál será la siguiente “cacería fotográfica”. Ahora, por ejemplo, está planificando un viaje a Australia y Nueva Zelanda. Y hasta se anima a soñar en voz alta.
“Mi sueño ahora es poder ir a Papúa Nueva Guinea y a Borneo y poder fotografiar aves del paraíso. Son esas que hacen todo un cortejo espectacular, abriendo sus plumas”, agrega Schmidt.
losandes